Desde 1991, el Frente Polisario y Marruecos, nunca habían
estado tan cerca de volver a las armas, como en los últimos días.
Marruecos ha desafiado a las Naciones Unidas en su estrategia
para mantener el control sobre el territorio del Sáhara Occidental, que ocupa
desde hace más de 40 años y a cuyos habitantes niega el derecho a la
autodeterminación, reclamada, desde hace años, por el Consejo de Seguridad. También ha anunciado
el cese de ayuda al mantenimiento de la Misión de la ONU para el referéndum
(MINURSO), además de pedir la retirada de más de 80 de sus integrantes.
La prohibición de pisar suelo de la capital del Sáhara
ocupado, que hizo Marruecos en noviembre de 2015 al enviado especial de la
ONU, Christopher Ross, demuestra hasta donde está dispuesto a llegar el país alauita,
en su estrategia para mantener la ocupación, lo que Rabat llama “recuperación
de su integridad territorial”.
En la primera semana de este mes de marzo, Ban-Ki-Moon volvió a visitar el Sáhara, con el fin de
intentar desbloquear el conflicto. Mohamed VI pretendió que el máximo
representante de la ONU no fuese a la zona hasta junio o julio de 2016, una vez
celebrado el Consejo de Seguridad que decide ampliar o no el mandato de la
MINURSO. Ban-Ki-Moon no ha ido a las zonas ocupadas del Sáhara ni a Marruecos
pero sí a los campamentos de refugiados saharauis en Tindouf, llegando hasta
Bir Lelhu en los territorios liberados por el Frente Polisario.
Ban-Ki-Moon ha calificado la situación del pueblo saharaui
como “inaceptable” y ha reiterado que el fin del conflicto debe basarse en una
solución política, justa, duradera y aceptable. Llamó “ocupación” al control
que Marruecos ejerce sobre la mayor parte del Sáhara Occidental, lo que ha
provocado una airada reacción marroquí, acusándole de no ser neutral y de insultar
al pueblo marroquí.
A la indignación de Ban-Ki-Moon, el gobierno marroquí ha
respondido con el anuncio de suspender la contribución al mantenimiento de la MINURSO y a la
posibilidad de retirar a sus militares de las misiones de paz de la ONU.
Durante estos días, miles de ciudadanos marroquíes,
convocados por partidos políticos, sindicatos y diversas organizaciones, se han
manifestado en Rabat contra Ban-Ki-Moon, acusándole de traidor.
Esta es la crisis más grave entre Marruecos y la ONU desde
que se estableció en el Sáhara Occidental la misión de Naciones Unidad, en
1991. Según analistas internacionales, el propósito de Marruecos es
obstaculizar el intento de relanzamiento de las negociaciones con el Frente
Polisario, que pretende Ban-Ki-Moon y llegar a fin de año, cuando concluya su
mandato.
El Frente Polisario considera la actitud de Marruecos como
irresponsable y ha declarado que, sin un referéndum de autodeterminación, no
podrá haber ni paz ni estabilidad en el Sáhara Occidental.
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