Un buen día, Shertat se encontraba en la jaima con su madre. Ese día tenía aún más hambre de lo habitual, y le rondaba por la cabeza la imagen de una oveja para comerla. Fijándose mucho en su madre, empezó a verla con aspecto de oveja.
Shertat la miró fijamente a los ojos y le dijo:
- Mamá, mamá, tus ojos parecen los ojos de una oveja.
Y la madre respondió, sabiendo que Shertat estaba hambriento:
- Mis ojos no parecen en nada a los de una oveja pero si quieres comerme, cómeme.
Y se la comió...
No hay comentarios:
Publicar un comentario