Mohamed Mohamed Fadel Boukhers es uno de los miles de refugiados que viven en los campos de Sáhara Occidental.
Esta es su historia, contada por él mismo:
“A nadie le gusta nacer en un campo de refugiados porque un campamento de refugiados es sinónimo de malas (¡y duras!) condiciones de vida.
He nacido en un campamento de refugiados localizado en el lejano sur-oeste de Argelia, a 30km de Tinduf. Allí aprendí todo lo necesario para poder defenderme en la vida. Una vida para esa gente que nace en lugares así que te puede limitar mucho las opciones de hacer algo notable en ella, salvo algún milagro…
A los siete años me fui, como casi todos los niños saharaui, a pasar las vacaciones de verano en Europa. A mí me toco Italia, y allí me he quedado más de un verano – poco más de un año por causa de tener que ser operado en los ojos. Al parecer, tenía problemas de vista, algo que no sabía hasta que visité a un médico en Roma.
A los 11 años me fui a Argelia para poder seguir estudiando. Allí cursé la escuela secundaria, el bachillerato, y la universidad. En total fueron 12 años de esfuerzo para terminar mis estudios y salir con un diploma de ingeniero de construcciones hidrotécnicas , un diploma que en teoría no sirve para nada en un campamento de refugiados donde las posibilidades de tener un trabajo en ese dominio son casi nulas. No es que haya mucha gente con el mismo diploma, sino que simplemente no hay proyectos destinados a dicha tarea, aun cuando con el tiempo, el tema del agua es cada vez más importante en todo el mundo – y si tenemos en cuenta que estamos en el desierto, pues aun tendrá más importancia.
Con esto en mente, ya antes de terminar tus estudios, sabes que la posibilidad de tener un puesto de trabajo es casi nula. Sin embargo, hay siempre casos donde puedes encontrar algo inesperado, dependiendo de la suerte y del tiempo – y si no llega, pues tienes que tener siempre en tu mente el dicho de que “nunca es tarde si la dicha es buena”. Pero sí hay otras cosas que dependen de ti mismo, es decir: saber más y varias cosas puede aumentar esa posibilidad de que te llegue esa oportunidad.
Con varias cosas lo que quiero decir es varias habilidades: por ejemplo hablar idiomas extranjeros como el español (segundo idioma para los saharaui), francés, inglés u otros idiomas, informática, u otras habilidades claves que pueden ayudar mucho.
Gracias a Dios, me ha llegado la oportunidad de poder tener un buen trabajo, que ni yo mismo esperaba en tan poco tiempo. Apenas seis meses después de mi graduación en enero de 2011, empecé a trabajar con la Media Luna Roja Argelina como jefe de proyecto de centros juveniles en todos los campamentos de refugiados saharaui. Tenía apenas 23 años, una edad considerada joven para el puesto, especialmente en comparación con la gente con la tengo que trabajar de las otras ONG y organismos internacionales como el ACNUR, quien financia los proyectos de los centros.
En cuanto al trabajo, ya antes de empezar no debes esperar que todo se dé como tú lo desees. Tienes que estar preparado para solucionar cualquier problema que te llegue, algo que a mí me gusta, porque de allí puedes leer y aprender más del trabajo y de la vida en general. Después de mi primer año de trabajo, estoy algo satisfecho de lo que he ofrecido a los refugiados como beneficiarios, dado que hacerlos sentir mejor es el objetivo principal del trabajo que estoy realizando. Más allá de que soy uno de ellos, en mi puesto represento una organización extranjera que apoya con ayuda humanitaria, entonces sientes una responsabilidad doble.
Me considero uno del montón en este pueblo lleno de jóvenes muy educados, algunos con un nivel de educación muy superior al mío aun cuando soy un ingeniero y hablo árabe, español, francés, inglés e inclusive italiano, aunque este último con un nivel algo flojo por no poder practicarlo desde mi infancia. Aun con todo este conocimiento, siento que me quedo corto en comparación con otras personas que yo conozco de cerca.
Al fin y al cabo, si la vida te sale dura, allí tendrás tu verdadero examen, ganes o pierdas. La línea entre el éxito y el fracaso es muy fina, y con la condición de refugiado puedes perder las cuentas de entrada. Pero si te salen las cosas como quieres, el valor será el doble y con mucho merecimiento. He tenido la suerte de conocer gente de diferentes partes del mundo: España, Italia, Francia, Inglaterra, Irlanda, Escocia, Suecia, Noruega, Dinamarca, Alemania, Austria, Suiza, USA, Holanda, Bélgica, Turquía, Filipinas y ni hablar de países árabes. También he visitado diferentes países: España, Italia, Inglaterra y otros países. Puedo decir que siendo un refugiado he podido aprender cosas que de otra forma no hubiera aprendido. Con esto tengo una prueba clara que en esta vida no hay límites ni casos imposibles y que por más amarga que te pueda ser la vida, puedes hacerla dulce si quieres y puedes llegar más allá del lugar donde naciste o donde vives.”
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