Mientras se resuelve el conflicto, la ayuda exterior debería fomentar los principios de autogestión e inversión en las personas y en su cultura.
La cooperación, en su modelo asistencialista y paternalista, se ha olvidado del desarrollo de la persona. Por un lado, vivir en esas condiciones tan duras produce, irremediablemente, trastornos traumáticos. Primero, porque dependen de los demás. Segundo, porque se han formado para una profesión que no pueden ejercer. Tercero, porque viven en un país que no es el suyo, en una situación política ilógica y separadora de personas y familias.
Porque viven limitados, física y emocionalmente.
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